viernes, 5 de febrero de 2010

Cuando llegan los turistas

Llevo más de 60 grupos a mis espaldas, una dilatada experiencia de más de 8 años como guía con gente de todo tipo, clase, condición y nacionalidad. Pero cada vez que vuelvo al aeropuerto a esperar a un grupo, me sigo sintiendo como el primer día: llena de nervios e incertidumbre, por saber quién vendrá, cómo serán y si me saldrán las palabras adecuadas, los gestos oportunos, para que confíen en mí y así tenerlos a mi favor.

Es por ello, por lo que todavía sigo guionizando lo que voy a decir. Pero lo cierto es que de poco sirve, porque cada grupo llega con sus problemas, sus preocupaciones, sus deseos y sus expectativas y para mí empieza un nuevo viaje, no sólo por la ruta turística que voy a realizar, si no por el mucho más entramado y difícil camino de los caracteres y personalidades humanas.

Y es que ser una guía turística es ser una persona multitarea, casi una chica para todo, cuya arma principal es el arte de la convicción, de llevarte a la gente a tu terreno. Así que más que ninguna otra habilidad, mi trabajo consiste en ser una profesional con enorme capacidad de adaptación, capaz de prever las necesidades de mis clientes y de hacer un viaje organizado, ameno e interesante.

Pero ¿son todos los clientes iguales? En líneas generales sí, ya que su principal propósito es obtener lo máximo por lo mínimo y tu tarea es la de aunar el común denominador de todos ellos con las particularidades de cada uno. Casi nada ! Es un reto, un gran reto, pero si lo consigues y haces que todos ellos se muestran satisfechos, entonces ser una guía turística es el mejor trabajo del mundo.!!