martes, 27 de enero de 2015

Carta a mi hija viajera

Querida Adriana:

Quería pedirte que me perdonarás. Con tan solo 6 años te he sometido a una serie de experiencias fuera de lo común para una niña de tu edad:

-  Has tenido que soportar un calor extremo en pleno trópico a las tres de la tarde en el Parque Natural de Semenggoh en Borneo para poder ver orangutanes en libertad



- Has montado en un ferry que no paraba de moverse en pleno temporal para trasladarnos a una pequeña isla

- Has subido a 4170  metros de altura mientras tomabas caramelos de coca para evitar marearte en el Norte Argentino, después de más de 4 horas de viaje por caminos de ripio.


-  Te has metido en el en la Dark Cave, llena de miles de murciélagos y donde solo podíamos ver gracias a unas pequeñas linternas

- Has usado decenas de veces baños insalubres, muchos de ellos con un simple agujero

-  Has  probado comidas picantes noodles y arroz durante prácticamente toda la semana

-  Has soportado una noche de tormenta en una casa árbol en Borneo lleno de truenos y relámpagos



-  Has llevado  tu propia mochila durante casi un mes de viaje


- Te has sentido diferente rodeada de gente de otras razas y culturas






- Te he hecho pasar hambre y sed en algunas ocasiones y has soportado picaduras de mosquitos y otros insectos

 Esto son solo algunas de las incomodidades que has sufrido en nuestros viajes. Sé que estas experiencias se quedan en nada con el disfrute que sé has tenido visitando otras lugares y culturas. Te pido perdón mi amor, por someterte a todo esto tan pequeña, pero tan solo quería trasmitirte la pasión que siento por viajar, conocer y descubrir otros países y culturas. Ojalá todas estas experiencias te sirvan  en tu crecimiento personal y nunca tengas miedo de adentrarte en lo desconocido. Ve hacia ello, viaja, se libre y  conoce el maravilloso mundo que hay más allá de nuestros propios límites.

Pero sobre todo quiero darte las gracias porque realmente lo has disfrutado, lo has llevado genial y cada lugar  ha despertado tu curiosidad de una manera inquietante. Si algo tengo claro es que contigo puedo viajar al Fin del mundo



miércoles, 14 de enero de 2015

Mis encuentros con animales en Malasia y Singapur

Cuando decidimos visitar Malasia y Singapur tenía claro que en mi programa de viaje no podía faltar la visita a tres lugares donde esperaba encontrar animales únicos y diferentes de lo que jamás había visto. Estos lugares eran : La reserva de Semengook, el parque nacional de Bako, ambos en Borneo y el Safari nocturno de Singapur.

Ninguno fue lo que me esperaba, es más fue casi lo contrario que imaginaba: tenía unas altas expectativas respecto al Safari nocturno de Singapur, también en cuanto al encuentro de monos narigudos en Bako y muy bajas expectativas respecto a los orangutanes de Semenggoh.

El Safari nocturno de Singapur prometía ser una experiencia emocionante y totalmente diferente. La guía de Lonely planet con la que viajé y los blogs que consulté contaban maravillas del mismo. Para mi, sin embargo resultó ser como cualquier otro parque temático atiborrado de gente. Puede que no fuesemos en el día adecuado: en plenas vacaciones de Navidad, por lo que tuvimos que esperar una larga cola de más de una hora de duración hasta que pudimos coger una especie de trenecito que hacía un recorrido de unos 45 minutos. Así pudimos ver en libertad ciertos animales: elefantes, leones, hienas y sobre todo muchas especies de ciervos. Pero todo me pareció  bastante artificial, un entorno limitado para estos animales con unas luces estratégicamente  dispuestas  iluminaban los lugares donde normalmente comían o descansaban, al mismo tiempo que un guía nos iba dando información sobre ellos, pero pese a todo me decepcionó. Como punto culminante, no pudimos ver el show " Creatures of the night" porque el show estaba totalmente abarrotado de gente.

Mucho más que gustó el Parque de Pajaros de Kuala Lumpur (KL Brid Park)  un paraíso tropical con más de 3000 aves de 200 especies diferentes que revolotean libremente por el parque, cubierto por una extensa e impresionante red o el Parque de Mariposas (Taman Rama-rama) a sólo 5 minutos del KL Bird Park.









Otra de las grandes atracciones de mi viaje iba a ser el  fantástico Parque Nacional de Bako  Llegar hasta allí es ya simplemente una aventura: la única forma accesible es por medio de barcas y su movimiento depende en gran manera de las mareas del mar de China. Como estaba tan baja cuando llegamos tuvimos que esperar dos horas y media en Bako Bazaar, el pueblecito desde donde salen las lanchas para salir hasta allí. Pero la espera mereció la pena, el entorno y la vegetación de Bako es ya de por si cautivador, pero no menos su enorme cantidad de vida animal, especialmente los monos narigudos en peligro de extinción que pretendíamos ver. Pero no tuvimos suerte, después de casi dos horas haciendo trekking bajo un sol abrasador y una humedad impresionante, llegamos a lugares encantadores pero sólo vimos muy a lo lejos a uno de estos monos narigudos. Una pena.









Sin embargo lo mejor de todo mi recorrido en cuanto a avistamiento de animales fue sin duda la visita a la Reserva Natural de Semenggoh, uno de los mejores lugares del mundo para ver orangutanes semi-salvajes en su propio hábitat. Realmente no esperábamos ver gran cosa ya que normalmente se les pueden ver a la hora en que les dan de comer, pero estábamos en temporada de frutas y por lo tanto las opciones de verlos eran mínimas. A las tres de la tarde un nutrido grupo de turistas esperaba bajo un calor sofocante a que entre las ramas se pudiera divisar algún orangután. Y así fue, después de llamarles varias decenas de veces pudimos ver un ejemplar balanceándose entre las copas de los árboles. Yo ya me sentí satisfecha, al menos los habíamos visto.




Pero mi sorpresa y mi emoción fue mucho mayor, cuando tuvimos una inesperada y gratísima sorpresa, ya que un poco más allá, pudimos ver a un orangután con su hijo a pocos metros de nosotros, jugando en la tierra. No podía creérmelo.




Pero ahí no quedó todo, ya que de pronto se pusieron a andar juntos, y empezaron a recorrer un buen tramo del recorrido de vuelta. Se paraban, nos miraban y parecía que casi posasen para nosotros. Estaban ahí mismo. Estos animales que sólo existen en Borneo y Sumatra y estaban ahí delante nosotros. Fue algo totalmente increíble, una de las mejores experiencias de mi viaje a Malasia y algo que sin duda jamás podré olvidar.






De nuevo me di cuenta de que lo mejor es ir con bajas expectativas y dejarte sorprender. Por esta grata sorpresa y por otras muchas más, puedo decir que Sarawak en el Borneo Malayo, ese jardín salvaje y encantador, es un lugar fantástico al que espero algún día poder regresar y conocer más profundamente.