Estoy escribiendo este post en mi tercer vuelo del día para llegar a Varsovia, después de casi una semana de tortura mental, arrepentida totalmente por las decisiones tomadas respecto a mi tours de la última temporada del año.
Si ya tenía dos viajes de 17 días entre septiembre y octubre, he añadido otro más antes de empezar y otro entre medias de los dos primeros. Una auténtica locura que pinta de este modo:
-12 septiembre 3 vuelos (Madrid-Bilbao-Múnich-Varsovia ) para hacer un grupo especial. Regreso el día 20 a Madrid con otros 3 vuelos de vuelta. Al día siguiente salgo a las 6 de mañana para recoger otro grupo, de otra agencia en Lisboa y comenzar un tour de 17 días por España y Portugal. Acabo el 6 de octubre y el 8 comienzo otro viaje con otra empresa distinta a las dos primeras, visitando Barcelona y Madrid y enlazando con mi último viaje de 17 días que vuelve a comenzar en Lisboa.
Mi mente no puede entender porqué acepte tanta cantidad de trabajo, especialmente el primer tour que es el que más incertidumbre me provocaba. Pero sí, en aquella reunión rodeada de varias personas que me pedían que hiciera ese circuito, no supe decir que no. Quizás porque era una nueva empresa, que podría abrirme nuevos caminos en el futuro, o quizás porque en el fondo soy un poco masoquista.
Realmente no es tanto el trabajo, ni la organización, ni siquiera el jaleo de maletas lo que más me ha preocupado, sino mi estado de tortura mental, nerviosismo y noches sin dormir. No he parado de pensar e imaginarme si uno de los vuelos llegase tarde y no pudiera estar a tiempo para el siguiente. Jamás he dejado tirado a un grupo, y si lo hiciera no podría perdonarmelo.
Mi cerebro ya ha imaginado todo tipo de problemas y ha intentado ponerle soluciones anticipandome innecesariamente a todos los acontecimientos posibles.
Hoy 12 de septiembre es el día 1 de todo esta locura que acabará el día 29 de octubre. Ojalá todo salga bien y no haya ningún problema, ojalá me cambie en breve mi energía y se vuelva positiva. De momento no he podido: meditaciones, respiraciones, músicas y visualizaciones no han servido de nada. Espero que el punto de inflexión se produzca en cuanto aterrice este vuelo en Varsovia.
Como siempre habrá que sacar la parte positiva de todo esto, que no puede ser mas que el aprendizaje, que en este caso, sin duda, es el saber decir que no, ponerme límites y sobre todo encontrar el modo de parar mi mente y relajarme.
Es la misma situación repetida que se produjo hace unos 15 días en unos talleres de crecimiento personal a los que asistí. El último día, la prueba de fuego era romper con el cuello una flecha de madera contra una tabla, como símbolo de superación de todos tus miedos. Algo a lo que mi mente se negó totalmente en un principio. Sin embargo al cabo de 10 minutos cambié de opinion, haciendo algo que no quería hacer, por el simple hecho de no ponerme límites.
Después de hacerlo me arrepentí totalmente, no por lo que pasó, si no por lo que podría haber pasado. Me quedé alucinada de lo influenciable que puede ser una persona por la masa, por la gente o por las reacciones de los demás.
De nuevo me expuse ante una situacion extrema, no sé para qué, ni por qué. No tenía que demostrar nada a nadie, ni tampoco a mi misma. Sin embargo lo hice y volví a arrepentirme.
Vivimos en un mundo en el que todo es superación, progresar, un paso más adelante, liberarte, vencer tus miedos. Es lo único que venden. ¿Por qué no conformarse con lo que uno tiene sin la necesidad de vivir en esa zozobra de buscar siempre más y más?.
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