Alguien ha pulsado el botón de reinicio. Dicen que el en 90 % de los casos un problema se soluciona reiniciando y eso es lo que está pasando.
Era el ordenador más perfectamente imperfecto. Estaba lleno de multitud de funciones que nos aseguraban una ilusoria área de confort en nuestras vidas: viajes a golpe de teclado, compras en cualquier lugar del mundo, montones de información de todo tipo, conexión inmediata y cualquier otra cosa inimaginable. Allí estaba todo a nuestra disposición y a una velocidad increíble. Nos sentíamos con todo el poder para hacer prácticamente cualquier cosa que quisieramos.
Es cierto que esta saturación a veces nos hacía olvidar lo realmente importante o no lo encontrabamos, porque cada día había algo más y aunque eso nos daba tranquilidad y pensábamos que lo teníamos todo bajo control, ha resultado que no es así. Todo rápido, eficiente y al momento, pero el ordenador estaba empezando a fallar. Lo estábamos saturando hasta el límite de sus posibilidades.
Un día no sé sabe ni cómo, ni por qué, un virus atacó al ordenador central y desestabilizó el ya dañado sistema. Hubo muchos programas que simplemente dejaron de funcionar y desaparecieron, especialmente los más antiguos, otros no se abrían y daban problemas y otros inexplicablemente no se veían afectados.
Pero el proceso era incontrolable y cada vez iba a más, su contagio era de una potencia inusitada. Pese a los potentes antivirus instalados la situación se estaba yendo de control y no quedó otro remedio que pulsar el botón de reinicio.
Aún no se ha encendido de nuevo y estamos en ese proceso hasta que de nuevo se conecte. Este proceso es impredecible, aún no sabemos todo lo que estamos perdiendo y qué encontraremos cuando se encienda. Eso sin duda está generando una gran ansiedad porque sea como sea vamos a tener que re-adaptarnos.
Sabemos que cuando empiece a aparecer esa pequeña lucecita azul de encendido habremos perdido mucho. Algunos programas requerirán un nuevo programador para repararlos, otros habrán simplemente desaparecido y la gran mayoría, sin saber cómo, se tendrán que adaptar a las nuevas circunstancias.
Nuestro mundo es ese gran ordenador que simplemente se ha saturado porque quizás lo hemos llevado al límite y los virus sólo han acelerado un proceso que sin duda iba destinado irremediablemente al suicidio. Nosotros formamos todos parte de ese inmenso ordenador y los antivirus han sido todos y cada uno de los que con sus acciones han conseguido reparar muchos de los fallos de aquellos programas destinados irremediablemente a la desaparición.
Cuando todo comience de nuevo nada será como antes, aunque lo intentemos para lograr la rutina de antaño. No volverá a ser igual y posiblemente tengamos que cambiar el sistema operativo y aunque al principio solo echaremos en falta lo que perdimos, pronto nos daremos cuenta que el sistema funciona de nuevo: cada una de las cosas que consigamos recuperar tendrá un valor mucho más importante de lo que nunca tuvo. Apreciaremos cada uno de sus detalles con mucha más intensidad que antes, y así un café, un abrazo, un cine, un concierto, estar con los tuyos, sentirnos, querernos, tocarnos, esa sensación de seguir vivos, de que lo hemos superado nos hará más fuertes, más libres y quizá y si el programador lo quiere, mucho más sensatos.
Pero hay algo que jamás olvidaremos: y es que algo murió en cada uno de nosotros con cada uno de los programas que fueron eliminados.
Hola Silvia,
ResponderEliminarSoy Matthew tu compañero de EF. Pilar y yo nos encanta este artículo. Esta muy bien escrito y lo que dices no puede ser más claro.
Muchas gracias Matthew!! Ojalá todo pase cuanto antes y podamos celebrarlo, mientras tanto a cuidarnos e intertar ser felices.!! Abrazos
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