Lleva dos semanas seguidas sin parar de llover. Nunca que yo recuerde habíamos tenido un invierno tan lluvioso. Es principios de marzo, pero el cielo está oscuro, la lluvia no cesa y así día tras día. Yo también estoy apagada, sí, creo que esa puede ser la palabra más acertada a mi estado anímico: sin fuerza, sin energía, con poca ilusión, insegura y llena de miedos. Pero ¿Cómo he llegado a esta situación? Dos meses atrás salía flamante por la puerta de la White little chapel , después de casarme en Las Vegas. Estaba radiante, no solo por la boda en sí, sino más bien por el super viaje que estaba realizando con mi familia por la costa oeste de EEUU. Tan fantastico y tan maravilloso que no podía creerlo. Sentía el mundo en mis manos, llena de optimismo, y ganas de no parar de conocer el mundo. Me sentía tan afortunada, tan agradecida..!
Más grande será la caída.
Pero la felicidad no dura mucho y pronto todo cambió.
Saltar del sueño americano y enfrentarse a la rutina diaria no fue difícil ya que me encanta pasar tiempo en casa, sin hacer nada en particular, y además esperaba enseguida volver a trabajar, para el año que viene poder hacer otro viaje juntos por cualquier otro sitio de EEUU o del mundo.
Pero de pronto ocurrió, sí, de pronto te dicen así sin anestesia que tu marido tiene cancer. Se que en estos días es algo ya tan común que cada vez sorprende menos. Pero a nosotros si que nos sorprendió y nos dejó en principio sin ninguna reaccion. De ese estado de anestesia, pase a la queja y al llanto. Y es que no es solo que mi marido tenga problemas de salud, es que esto me ha hecho bajar a la tierra a unos niveles que hacía mucho tiempo no recordaba.
Mi trabajo es la principal fuente de ingresos de la economia familiar, es una gran responsabilidad, pero se llevarlo bien, porque me gusta mi trabajo de verdad. Siempre he vivido al día, con optimismo y valentía. Si tengo dinero lo gasto, lo disfruto y sino me adapto a lo que tenga. Sé que tiene muchos riegos, pero hasta ahora siempre me había salido bien.
Sin embargo este tema me hacía replantearme casi toda mi vida. Mi marido además tiene toda su familia a más de 12.000 km. En breve se va a operar y en breve empiezo yo la temporada de trabajo más fuerte despues de más de 4 meses sin un solo ingreso en casa. Pero ¿Quién va a estar con él cuando se opere, quién le va a cuidar y acompañar? Solo puedo ser yo. Encantada de hacerlo, pero si lo hago ¿Qué pasa con mi trabajo?, ¿Qué pasa con la economía familiar?.
Da igual lo que te digan, la lente con la que miras el mundo está ya ensombrecida y el miedo ha acupado cada rincón de mi cabeza. Ahora estoy viviendo las consecuencias de la vida al día que siempre he estado llevando, ahora me reemplanteo por primera vez en muchos años mi estilo de vida. Quizás ya no puedo vivir en el filo de la navaja como lo he hecho hasta ahora. En fin, con lo bien que estaba, mi vida se empieza a tambalear y replantear. Solo espero que sea un bache en el camino y no una montaña cada vez más alta. No me siento con mucha capacidad de aguante y de cargar tanto peso encima mío.
Acabo de terminar mi primer tour, y todo esa situacion emocional sin duda ha repercutido en mi trabajo. Si soy la misma, pero me falta la chispa, no consigo ver la luz detras del tunel y aquí sigue lloviendo sin parar.
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